"Pocahontas" es una de las últimas películas con aroma clásico que facturó la Disney y no solo por diseñarse todavía con animación tradicional: tiene las canciones pertinentes, una princesa sui generis, un villano colorista y un par de animalillos simpáticos que actúan de secundarios cómico.
Sin embargo, el punto de vista se mantiene la mayor parte del tiempo al lado de la princesa india. Así, de forma insólita en un film de animación, vemos como es la muchacha quien admira la belleza del hombre y se enamora de él, y no al revés. La película incluso respira una sensualidad, cuando los dos protagonistas se enamoran en medio de la naturaleza salvaje, poco habitual en las obras de esta productora. Para rematarlo, la pareja acaba separada sin que nos encontremos ante un drama como "La sirenita". Esta descripción más dura de lo habitual de una leyenda romántica es el principal atractivo de uno de los modestos cantos del cine del Disney clásico.
Eulalia Iglesias
Se ha dicho hasta la extenuación en esa campaña gratis que consigue Disney con cada nueva producción, que elevar la edad a la que va dirigida "Pocahontas" y, sobre todo, su final no feliz, era un ejercicio arriesgado, un salto al vacío en una casa tan conservadora como la heredera del viejo Walt.
Pero bien mirado no hay tal salto al vacío; aunque la historia de esta india que en el siglo XVII salvó al inglés John Smith de las iras de su pueblo, supera, en efecto, los habituales cuentos infantiles de Disney, también es cierto que no se abandona el esquema tradicional, con bonitas canciones y animalitos simpáticos que focalizan la atención de los más pequeños. Tampoco el final es tan arriesgado, sino una forma sibilina de acabar una historia que, por mucho que se esforzaran, no podía tener un final feliz al uno; el enfrentamiento entre indios y anglosajones fue, en realidad, una auténtica carnicería, sin lugar para este Romeo y Julieta americano.
Enrique Colmena.
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